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Aprendí a hablar en un lugar que está situado en el límite de tres provincias. Dentro de una misma familia hay gente que sesea, que cecea y que distingue, tal vez dependiendo de si sacaron la cabeza por primera vez hacia el sur, el este o el oeste, aunque en dialectología prefieren hablar de isoglosas. Son personas tan dignas o indignas como las demás, tan inteligentes o tan necias como cualquiera, sin embargo el contenido de sus palabras es desprestigiado por su pronunciación.
Trabajando en radio surgen muchas dudas. En cada emisora hay un cartel donde se puede leer “Aquí se habla andaluz”, ¿andaluz de dónde?, ¿de qué ciudad?, ¿de qué pueblo?, ¿Cómo qué miembro de esa misma familia?
En radio, las personas que la hacen posible, participan de la misma dignidad o indignidad, de idéntica inteligencia o necedad que el resto. Puedes presentar un proyecto. Pueden decirte que es inteligente y digno. Piden una maqueta. La oyen. Una voz bonita. Sólo hay que castellanizar. ¿Por qué no argentinizar o colombianizar?
En mi casa viven tres personas. Una aprendió a hablar en el norte, otra en el sur y otra justo donde nace el sol.
A veces, cuando alguien nos dice “así no es”, y esto sólo ocurre con el sur y el sol porque quizá el norte cuente con el prestigio de la brújula, nosotros jugamos a cantar la música de otros idiomas, de otros dialectos, jugamos a ver el mundo en gran angular, porque a lo mejor, neciamente, queremos creer que lo fundamental es la comunicación y que las diferencias pueden aportar conocimiento.

Lola López-cózar



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